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Día Mundial del Refugiado: por una cultura del encuentro

Tan sólo en 2016, la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) reportó que, a nivel mundial, cerca de 60 millones de personas se vieron forzadas a salir de su país por situaciones de violencia provocadas por la guerra, desigualdades sociales, pobreza, falta de empleo, entre otras.

En el marco del día mundial del refugiado, cabe recordar el mensaje del Papa Francisco, en el que invita a “dar la bienvenida, para proteger, promover  e integrar” a los refugiados, quienes salen de su lugar de origen en busca de paz, seguridad y oportunidades. 

“Siento la necesidad de expresar especial preocupación por la naturaleza forzada de muchos movimientos migratorios contemporáneos, lo que aumenta los desafíos que se presentan a la comunidad política, a la sociedad civil y a la Iglesia” parte del discurso del Obispo de Roma a los participantes en el foro internacional sobre Migraciones y Paz.

En este sentido, Caritas, la caricia de la Iglesia Católica a su pueblo, ha realizado diversas acciones en torno a la acogida de los refugiados en diversas partes del mundo. Campamentos, atención médica y alimentaria, ropa, apoyo psicológico son sólo alguna de las tareas que Caritas implementa, por ejemplo, en países de Medio Oriente y África.

“Nuestro futuro está en la lucha contra las verdaderas causas que hacen que las personas abandonen sus hogares y, mientras tanto, debemos poner en mucha la apoyo humano para ayudar los que llaman a nuestra puerta. La Iglesia Católica es clara, no podemos seguir mirando de lejos cuando la gente está tan desesperada que pone en riesgo la vida de sus hijos, y su propia vida, para tener una vida mejor” Mons. Luc Van Looy, presidente de Caritas Europa.

 Además, Caritas buscar crear conciencia en la población sobre la realidad de los refugiados y migrantes, mediante la campaña Comparte el Viaje (Share the Journey), la cual dará inició en septiembre de 2017 y tendrá una duración de dos años. Dicha acción responde la petición del Papa Francisco para promover “la cultura del encuentro”. 

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Caritas habla de situación migratoria centroamericana en Ginebra

Durante de la trigésima quinta sesión del Consejo de los Derechos Humanos, celebrada en Ginebra, Caritas tuvo un espacio para abordar el tema de la migración en  América Central, con la leyenda “Los inmigrantes no son un peligro, están en peligro”.

Honduras, Guatemala y El Salvador conforman el Triángulo Norte de Centroamérica, calificada por agencias de las Naciones Unidas (ONU) como una de las zonas más peligrosas del mundo, por los altos índices de violencia y desigualdad social. En consecuencia, la migración se ha convertido en el escape de millones de familias que buscan mejorar su estilo de vida. 

Para Caritas, la migración de centroamericanos a Estados Unidos o Canadá está llena de riesgos. Secuestros, condiciones deplorables en el transporte, extorsión, venta de órganos e inclusive la muerte. Sin embargo, la mayor preocupación  de la institución son los miles de niños, niñas y adolescentes que también se embarcan en tan arriesgada travesía.

En conjunto con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), buscan soluciones para dar respuesta, como Iglesia Católica, a las condiciones de los migrantes. Es así como nace la Red CLAMOR (Red Latinoamericana y caribeña de Migración, Refugio y Trata de Personas) y de la cual se habló ante el Consejo de los Derechos Humano. 

Dicha Red tiene como encomienda generar sensibilización en los mecanismos de derechos humanos, especialmente en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y los procedimientos especiales, sobre la grave crisis de refugiados y migrantes de la zona centroamericana. Así mismo,  busca apoyar y fortalecer la presencia de las instituciones de la sociedad civil y la Iglesia, las cuales tienen presencia en todos los territorios por los que caminan los migrantes.

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Trasladan a migrantes cubanos de Cáritas Panamá a un nuevo albergue

Luego de permanecer por poco más de tres meses en las instalaciones de Cáritas Panamá,  migrantes cubanos, que quedaron varados en el país al finalizar la medida del gobierno estadounidense “pies secos, pies mojados”, fueron trasladados este martes 18 de abril al albergue de Los Planes en Gualaca, provincia de Chiriqui. 

Líderes de la Iglesia Católica panameña se encontraron la semana pasada con el presidente de la República, Juan Carlos Varela, con el fin de abordar el tema de los migrantes irregulares cubanos. El acuerdo fue que serían trasladados a un nuevo albergue, para ofrecerles una mejor estadía en territorio panameño y hasta que se resuelva su situación local.

Según medios locales, alrededor de 120 cubanos partieron hacia Chiriquí en unos 11 buses, sin embargo, cuatro mujeres embarazadas permanecerán en Cáritas, debido a su condición, además recibirán atención médica en la ciudad. 

Por otra parte, el diácono Víctor Berrio, Secretario Ejecutivo de la Pastoral Social-Cáritas Panamá garantizó a los migrantes que dentro del nuevo albergue contarán con mejores condiciones para hacer frente a la temporada de lluvia, dormitorios, alimentos y la libertad para poder comunicarse con sus familias.

“La Iglesia será la garante de que se cumpla con lo pactado y de que no se violen los derechos de estas personas”, indicó en entrevista Víctor Berrio.

Los migrantes aún no están conformes con la medida y la desconfianza continúa, por lo tanto, solicitan que el Gobierno les brinde ayuda para permanecer en el país de una forma regular, o bien, poder ser trasladados a otro país que los reciba.

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El Cardenal Tagle sugiere “conocer a un emigrante” y difundir el espíritu de la Pascua

Mensaje pascual del Cardenal Luis Antonio Tagle, Presidente de Caritas Internationalis

Mi familia comenzó con la emigración de un niño. Mi abuelo paterno nació en China. Su madre era muy pobre, por lo que envió a su hijo con un pariente que viajó a las Filipinas – y ahí fue donde yo nací y crecí.

La emigración es una oportunidad para que las personas prosperen como seres humanos. Es una oportunidad para crear una vida mejor para ellas mismas y generaciones futuras. Aunque fuerzas destructoras, como la guerra y la pobreza, trastornan la vida humana y la vida familiar, la emigración nos muestra la nobleza del espíritu humano. Al igual que Jesús, en su calvario hasta la cruz, la emigración obliga a las personas a ir más allá de sus fronteras físicas y mentales, con sus capacidades al límite y las conduce por desiertos de soledad y rechazo. No obstante, la gente soporta este viaje de sacrificio por una causa noble.

No debemos olvidar que la gente tiene el derecho a emigrar y a decidir el lugar en donde cree que puede prosperar. Sin embargo, también tiene derecho a no emigrar y a vivir una vida digna en su tierra. Muchos quisieran quedarse en los países y aldeas donde nacieron, como estoy seguro le hubiera gustado a mi abuelo, pero cuando su país es desgarrado por la guerra o simplemente no te puede ofrecer un empleo y una vida estable, hay que tomar decisiones difíciles.

Es una bendición ser llamado a la presidencia de Caritas Internationalis también por la posibilidad de conocer a refugiados y migrantes, especialmente a aquellos en detención. Esto ha hecho salir a la luz claramente el sufrimiento que los seres humanos se pueden infligir unos a otros. Las guerras y el odio se han vuelto sistémicos, en algunas partes del mundo, destruyendo vidas humanas y comunidades.

Aquellos que emigran nos muestran “a todo color” las consecuencias del odio y la división, la injusticia y el prejuicio. No debemos olvidar nunca la dignidad inalienable y el valor de cada una de estas personas. Estamos llamados a fomentar el bien común de nuestra familia humana mundial, no sólo el bien de nuestras propias familias y países. Los emigrantes son un recordatorio viviente de que tenemos que ser custodios de la creación y cambiar sistemas injustos, porque muchos de ellos son víctimas del cambio climático o la pobreza, provocados porque los recursos de la Tierra no se comparten equitativamente.

En los emigrantes también tenemos la oportunidad de maravillarnos ante la belleza de la persona y explorar la profundidad del amor y la atención de que son capaces personas como los voluntarios de Caritas y las comunidades. Ninguna pena, dolor, cansancio, ni fatiga puede eliminar por completo la generosidad, la compasión y la nobleza del corazón humano.

Conocer a los emigrantes en medio de todas sus dificultades y escuchar sus anhelos y sueños me ha hecho preguntarme: ¿Qué es verdaderamente importante para mí? Las cosas que antes consideraba esenciales ahora no son nada, comparadas con los valores de la dignidad humana, la vida, la familia, el futuro y las generaciones venideras. Yo espero que la emigración mundial y la situación de los refugiados provoque que todo el mundo haga un examen colectivo de conciencia y de nuestros sistemas de valores.

Comprendemos que cada país atraviesa sus propias penas y sus propias luchas. Existe la tentación de decir: “¿Por qué tenemos que atender las necesidades de estas personas cuando tenemos que cubrir nuestras propias necesidades?” La gente puede decir que: “La caridad empieza por casa” pero tenemos que recordarles que no debería terminar en casa. Podemos ampliar esa “casa”.

Los países que utilizan las dificultades como excusa, para no atender las necesidades de los emigrantes, saben cuáles son sus propias necesidades. Sus necesidades son las mismas que las de los emigrantes. No dejemos que nuestra condición de necesidad nos separe de ellos, porque debería unirnos más a ellos, ya que todos sabemos lo que significa estar necesitado. Asimismo, los países que cierran sus fronteras a los extranjeros deberían recordar que, en el pasado, ellos fueron recibidos por otros países.

Al prepararnos a recibir al Señor resucitado, tengo tan sólo una simple sugerencia para los católicos, e incluso para los cristianos no-católicos: póngase en contacto con un auténtico emigrante. Muy a menudo se le teme a la emigración como noción y como movimiento. Nos olvidamos de que no es un fenómeno. Se trata de seres humanos.

Caritas lanzará una campaña mundial en septiembre para invitar a la gente a hace justamente esto: encontrarse con los emigrantes, compartir sus historias y sus experiencias con ellos y reconocer nuestra humanidad común.

Si les miran a los ojos, verán algo dentro de ustedes mismos, que les puede conquistar, anulando el miedo y la resistencia. Tenemos miedo de algo que no conocemos. Y lo que conocemos lo magnificamos y lo convertimos en una amenaza. Cuando entramos en contacto con seres humanos, de carne y hueso, vemos que todos estamos conectados. Al igual que los discípulos camino a Emaús, puede que no comprendamos de inmediato quién nos está acompañando en nuestro recorrido. Sin embargo, una vez que abramos nuestros ojos y nuestros corazones, seremos más acogedores con el extranjero.

 

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Obispos y Gobierno de Panamá acuerdan trasladar a migrantes cubanos a nuevo albergue

Después de quedar varados en Panamá, Cáritas ofreció a más de 300 migrantes cubanos un refugio temporal en sus instalaciones. Sin embargo, y ante la necesidad de seguir brindándoles una mejor estancia, la Iglesia Panameña sostuvo una reunión el pasado 11 de abril con el Presidente de la República, Juan Carlos Varela, para acordar trasladar a la población migratoria a un nuevo albergue hasta que se resuelva su situación.

A principios de año, el gobierno de Estados Unidos anunció el fin de la política “pies secos/pies mojados”, la cual permitía a migrantes de Cuba ingresar a ese territorio sin haber sido interceptados vía marítima. Muchos de ellos se enteraron de la medida mientras cruzaban por Panamá.

Ante la incertidumbre de su realidad, Cardenal José Luis Lacunza, Presidente del Consejo de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Panameña (CEP) y el Arzobispo Metropolitanos y Presidente de CEP, entablaron diálogo con el gobierno del país para poder ofrecerle a los migrantes una estancia digna.

“Para esto las autoridades eclesiásticas y gubernamentales han coincidido en trasladar a los migrantes cubanos a un albergue que reúna mayores y mejores condiciones, hasta que se resuelva su situación migratoria” escribe el Episcopado en un comunicado.

Los cubanos serán trasladados a un albergue en Los Planes, distrito de Guacala, en la provincia de Chiriquí. 

Foto Internet: El migrante cubano Denis Gómez, de 45 años, junto a su hija Dalia Caridad, de 4 años, en la ciudad de Panamá. Gómez es uno de los miles que quedó atrapado sorpresivamente rumbo a EEUU, por la decisión de Barack Obama de terminar con la política de pies secos, pies mojados. Arnulfo Franco AP

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