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Carta de REPAM a Papa Francisco reconoce apoyo del Pontífice por defensa de Amazonía

En una epístola dirigida al Papa Francisco, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) externó su respaldo y solidaridad por el servicio del Pontífice, sobre todo por el apoyo que ha brindado a promover la defensa de la Amazonía, con acciones como el Sínodo Especial o el lanzamiento de la encíclica Laudato Si. 

“Nuestra Red Eclesial Panamazónica alcanzó un buen nivel de visibilidad e interacción con realidades locales, instituciones eclesiales, de la sociedad civil, e incluso de acompañar las voces de pueblos y comunidades indígenas en ámbitos internacionales” señalan en la carta. 

 Entre las intenciones de la carta está el de reiterar el compromiso de la Red para fortalecer redes y medios de comunicación, para seguir dando muestra de la defensa de la Amazonía y, principalmente, reforzar el sueño del Pontífice de ser “una Iglesia en salida misionera, pobre para los pobres, en conversión permanente, unida a los pueblos amazónicos”.

A continuación, reproducimos el documento  

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Amazonia nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral

El Documento Preparatorio del Sínodo, es el instrumento para orientar los procesos de diálogo y consulta con diferentes y diversos actores en el territorio Amazónico. Este proceso de consulta se realizará en las Asambleas Sinodales Territoriales, en los Foros Temáticos y en los espacios previstos para ello.

La REPAM pone a disposición este material: Documento Preparatorio en versión popular, que contiene el mismo esquema del documento sinodal: Ver, Discernir y Actuar y el cuestionario con las preguntas para la discusión.

En la parte final encontramos el esquema para la sistematización de las respuestas.Seguir este formato permitirá a la REPAM que las consultas, reuniones, encuentros y otros que se hagan  a lo largo del territorio, lleguen a ser incorporados en el documento de trabajo que discutirán los Padres Sinodales en Octubre 2019.


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Perú es tierra de esperanza: Papa Francisco

Ante un millón de asistentes en la Santa misa celebrada en la base aérea Las Palmas, el Papa Francisco culminó su viaje pastoral de tres días (del 18 al 21 de enero) en Perú, en donde pidió a los peruanos “permanecer unidos” porque “Perú es tierra de esperanza”. 

En presencia de la imagen del Señor de los Milagros, el Santo padre dio inicio a la última Eucaristía en el Perú, ante miles de personas que llegaron desde la madrugada del 21 de enero al recinto de la base militar, ubicado en el distrito capitalino de Surco. 

 

Durante la Homilía, Francisco hizo referencia a los relatos del profeta Jonás cuando fue a la ciudad de Ninive, y el ingreso de Jesús a Galilea. Dijo que no se debe optar por una actitud de evasión como lo hizo Jonas, sino más bien que tomemos el ejemplo de Jesús, como cuando ingresó a la ciudad de Galilea para enseñar el Evangelio, aún cuando Juan había sido apresado. 

Al finalizar la Santa Misa, el Santo Padre bendijo al pueblo peruano y se despidió pidiendo a los peruanos cuidar la esperanza, manteniéndose unidos para crecer cada día. “Perú es tierra de esperanza por la riqueza de sus tradiciones y costumbres que han marcado el alma de este pueblo”. 

El Papa y la Amazonía 

El Papa Francisco dijo durante su visita a Puerto Maldonado que las comunidades de todos los rincones de la Amazonía que no están en una tierra “huérfana” sino de la Madre de Dios. También señaló que esa tierra “tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes”, dirigiendo a los peruanos.

Enseguida señalo que es “doloroso” ver que algunas personas quieren convertir a la región de Madre de Dios en una “tierra anónima” e “infecunda”, como un lugar “fácil de comercializar y explotar”. 

“Los bosques, ríos y quebradas son usados, utilizados hasta el último recurso y luego dejados baldías e inservibles. Las personas son también tratadas con esta lógica: son usadas hasta el cansancio y después dejadas como “inservibles”, lamentó el Pontífice. 

El Papa finalizó su discurso diciendo “Amén esta tierra, siéntanla suya. Huélanla, escúchenla, maravíllense de ella. Enamórense de esta tierra Madre de Dios, comprométanse y cuídenla. No la usen como un simple objeto descartable, sino como un verdadero tesoro para disfrutar, hacer crecer y transmitirlo a sus hijos”

 

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Si de caminar se trata

Algunos desafíos de los pueblos indígenas a la Iglesia

La convocatoria de un “sínodo panamazónico” ha supuesto una gran alegría para nosotros. Sínodo significa “caminar juntos”. Y, aunque necesitamos la ayuda de expertos que nos orienten, es preciso que todos los cristianos nos sintamos urgidos a poner nuestro granito de arena: nuestras búsquedas, tentativas, errores y aciertos en el seguimiento de Jesús, acá, en la panamazonía. Consideramos que es preciso que la mayor cantidad de personas e instituciones puedan contribuir con sus saberes, un saber que nace del corazón, al modo de pensar indígena. De ahí que nos atrevamos a poner por escrito algunas de las cuestiones que deseamos compartir. Nos marcamos un doble objetivo: por un lado, cuando uno comparte se obliga a pensar lo que pone en común; por otro lado, poder escuchar a otras personas que quieran aportar.

Y si de caminar se trata, caminar es una metáfora querida para muchos pueblos amazónicos. Nosotros nos vamos a circunscribir al pueblo kukama, con el que nos hemos acompañado mutuamente durante parte de nuestra vida. Los kukama son un pueblo tupí-guaraní que habita los cursos bajos de los ríos Ucayali, Marañón y Huallaga, además de las periferias de las ciudades amazónicas peruanas. Pero también se encuentran en la frontera con Colombia y en Brasil. Nosotros hemos acompañado al pueblo kukama en el río Marañón, en Perú. Cuando nace un niño se dice que “está llegando”, “ya llegó”. De igual manera, cuando se acerca la muerte, las personas lo viven como un viaje. Cuando una persona está moribunda en realidad lo que sucede, desde el punto de vista kukama, es que se va despidiendo de sus familiares en la tierra y vienen sus familiares difuntos a buscarle para llevarle a vivir con ellos. Es como un cambio de familia: de los que están en la tierra, a los que están más allá de la muerte. Si una persona viaja lejos y no vuelve a dar señales de vida es una forma de muerte social porque ha terminado las relaciones sociales con sus conocidos. De tal modo, que su nombre nunca más se vuelve a pronunciar en público. Pero lo normal es que alguien que viaja lejos de algunas señales de vida. Ahora con los celulares es más fácil. De hecho, con el crecimiento económico en Perú, que se ha concentrado en la costa, muchos kukama han migrado de sus comunidades a Lima u otros destinos de la costa. Pero lo habitual es establecerse junto con algún familiar en el nuevo destino. Los celulares y las transferencias bancarias hacen que la familia continúe teniendo un peso importante. Es una forma de conjurar la muerte social.

Las distancias y los tiempos se han acortado. Algunos de los migrantes en Lima regresan al río Marañón para ser tratados por algún chamán. Y cuando han restablecido la salud regresan a su lugar de trabajo. Lo del celular es simpático. Conocemos el caso de una familia yagua muy ilustrativo. La tía vive en Iquitos, es catequista en nuestra parroquia. La abuela vive en Pebas (río Amazonas, Perú) y el nieto veinteañero, en Lima. Vía whatsApp hemos visto cómo el nieto conversaba en yagua con su abuela, desde el celular de la tía en Iquitos. Esto plantea nuevos retos, también para la iglesia. Si pretendemos “caminar juntos” ahora tenemos muchas más redes de comunicación que hace algunos años. Es cuestión de que sepamos aprovechar las oportunidades.

Pero estas redes no nacen en el presente. El comercio a larga distancia siempre ha sido posible, incluso en épocas precolombinas: el curare tikuna estaba presente entre los grupos del alto Amazonas, del Ucayali y Napo. O las relaciones lingüísticas entre los jíbaro, kichwa y waorani, por dar dos únicos ejemplos. Un periodo convulso en la Amazonía fue la época del caucho. Esto dispersó a muchos pueblos indígenas. Para continuar con el pueblo kukama, sabemos que hay una quebrada y una comunidad con el nombre Cocama en el departamento de Madre de Dios. Conocemos la historia de una mujer kukama que se casó con un kichwa del Pastaza y vive desde entonces en territorio ecuatoriano. Es conocido el traslado de parte del pueblo kukama por el Amazonas, habiendo asentamientos kukama tanto en Brasil como en Colombia, además de en Perú. Un sínodo panamazónico también debe pensar en estas dispersiones fruto de la historia y la iglesia puede ayudar a establecer lazos entre gentes del mismo pueblo que habitan en territorios diferentes. Es conocido que muchos pueblos viven a ambos lados de las fronteras de los países. De ahí la gran importancia de lo panamazónico. Se rompe con la idea del estado-nación y se establecen alianzas superiores. La iglesia, una institución global, puede volver a conectar pueblos indígenas que se vieron disgregados con la configuración de los estados-nación y la hecatombe del caucho.

Nos sentimos interpelados por este “sínodo panamazónico” y consideramos que es fundamental que aportemos entre todos y establezcamos redes más sólidas donde la información fluya de forma más horizontal. Hemos pensado en una serie de 8 notas breves que acompañen a esta introducción que irá desgranando algunos temas que nos preocupan. Es evidente que hay muchísimos más temas, pero esta serie está pensada así. Es conocido que, para los amazónicos, todo tiene espíritu, lo que distingue a unos seres de otros son los cuerpos. Una segunda nota introductoria versará sobre cómo llegamos a la convicción de la necesidad de la pastoral indígena y la importancia que tiene en la iglesia. En segundo lugar, consideraremos la situación de una mujer, en su lecho de muerte, que se casó con “un palo de escoba” y que desde el punto de vista indígena es perfectamente comprensible, aunque a los occidentales nos deje perplejos. La situación de otra mujer que se casó en su lecho de muerte para conjurar la brujería, algo que no consiguió pero, al menos, murió en paz. El acompañamiento que realizamos a varias organizaciones indígenas con el tema de la hidrovía amazónica y los retos que estos megaproyectos nos provocan. Las preguntas y constataciones que hemos realizado con los seminaristas y los desafíos para la iglesia panamazónica. Los (des-)encuentros interculturales en el sacramento de la confesión para poder acompañar a quienes se acercan, sobre todo en las ciudades, toda vez que un porcentaje muy alto de indígenas habitan las ciudades amazónicas. Las vueltas y revueltas que hemos dado acompañando al pueblo kukama en su defensa de un medio ambiente sano en una provincia petrolera. Y una última nota sobre el demonio en un asentamiento humano en la ciudad. Un tema al que no se le da la debida importancia y para los pueblos indígenas supone un desafío de la alteridad de grandes proporciones. Hay más temas, pero para empezar hemos pensado esta pequeña serie de notas. No pretendemos que estén de acuerdo, ese no es el objetivo, sino como un instrumento para que nos ayuden a conversar entre muchos. Ojalá nos animemos unos a otros a “caminar juntos”, tal como podemos traducir la palabra “sínodo”.

Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas

Agustinos – Iquitos (Perú)

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Algunos desafíos de los pueblos indígenas a la Iglesia

FÚTBOL, BIBLIA E IDIOMA CASTELLANO EN EL PUEBLO KUKAMA o sobre cómo llegamos a descubrir la pastoral indígena.

Cuando llegamos por primera vez al Marañón, hace más de dos décadas, lo primero que experimentamos fue la incomunicación: no comprendíamos el habla de la gente. El primer golpe fue en la ciudad de Iquitos, aunque un golpe suave. A la semana viajamos a Nauta, una ciudad fundada por el kukama Manuel Pacaya en 1830, la incomunicación se acentuó considerablemente. A la semana siguiente estábamos en nuestro nuevo destino: Santa Rita de Castilla, en medio del pueblo kukama. Y la sensación de comunicación era enorme, pese a que los kukama actuales tienen como lengua materna el castellano. La visita a las comunidades nos pareció estar en otro mundo. 

Acostumbrados a decir lo que a uno le parece nos costó comprender la importancia de las ceremonias en la comunicación. Los saludos, las fórmulas repetitivas…, nos parecían como de otro tiempo. Más tarde nos dimos cuenta que el propio lenguaje crea situaciones. Ya habíamos estudiado eso de que “yo te bautizo…”, en una ceremonia en la iglesia, crea un nuevo cristiano. Pero ahora lo aprendido sobre “cómo hacer cosas con palabras” nos pareció mucho más intenso en la selva. La importancia de la bendición, y la necesidad de no pronunciar, bajo ningún concepto, una maldición. Con constancia, esfuerzo y paciencia de parte de nuestros interlocutores indígenas fuimos aprendiendo a comunicarnos un poco mejor. 

Después comprendimos que la misma palabra tenía significados diferentes. “Préstame tu machete” para nosotros significaba: “cédeme tu machete” por un tiempo limitado. Para los kukama el prestatario se hace dueño del machete. De ahí que sea de mal gusto requerir la posesión del machete por parte de su dueño. Esto nos costó mucho tiempo comprenderlo y nos llevó a investigar en el idioma kukama. El descubrimiento del idioma fue toda una revelación. Poco a poco nos fuimos acostumbrando. O mejor, desde el punto de vista indígena: nos fueron domesticando. El tomar masato (cerveza de yuca) fue toda una lección de domesticación. 

EL FÚTBOL

Todas las tardes se juega a fútbol o futbito. Infaltable. El campo de fútbol está en medio de la comunidad. Da la sensación de pisar un terreno seguro. El primer día que jugamos todo fue bien. El segundo día recibimos algunas patadas, que atribuimos a malos cálculos. El tercer día recibimos más golpes. No se detenía la pelota y nadie reclamaba falta, lo que nos sorprendía. Entonces no le dimos importancia. Después comprendimos que la fuerza es un elemento clave para los kukama. Su forma de jugar a fútbol es una demostración de habilidad y fuerza. El débil no tiene oportunidad. Mucho más tarde averiguamos que se coloca un sapo en la portería para que no entre la pelota, o un chamán puede hacer que el contrario se caiga y se lesione…

¿Por qué hablar de fútbol? Sabiendo que es un juego venido de fuera, entonces podemos caer en la cuenta de una característica indígena fundamental: apropiarse de lo extraño para continuar siendo indígena. De esta manera se apropiaron del futbol (juego extranjero) para continuar siendo indígenas (juegan a su manera). De ahí la importancia de que el campo de fútbol ocupe el centro del pueblo. Lo externo (el fútbol) se sitúa en el corazón para continuar siendo indígenas.

Los campeonatos de fútbol son fundamentales. Un Animador Cristiano nos contó que uno de sus hijos, de 16 años, fue a jugar a futbol a otra comunidad. Llegó tarde en la noche y de frente se metió en su mosquitero para dormir. En la mañana siguiente salió del mosquitero normal, fue al río a acarrear el agua, pero su madre estaba molesta, aunque no le decía nada. Al llegar la hora del desayuno apareció una señorita que salió de su mosquitero. La presentó como su mujer. El fútbol es mucho más que un deporte. Hace que los jóvenes viajen a otras comunidades y no son pocas las familias que se han constituido o reunido en un campeonato de fútbol.

LA BIBLIA

La señora Miguelina no sabía leer ni escribir, nunca había ido a la escuela. Pero tenía una gran sabiduría y fue una gran partera. Cuando ya estaba enferma un día nos hizo llamar. Acudimos y nos pidió una Biblia. Éramos conscientes que ella no sabía leer ni escribir. Entonces, ¿para qué la quería? Muy sencillo: para colocarla debajo de su almohada. Los kukama, tradicionalmente, colocaban la hoja del toé debajo de la almohada para que les haga soñar. La señora Miguelina quería que Dios le hiciera soñar y la forma más apropiada era colocar la Biblia debajo de la almohada.

Dicho así pareciera no tener mucha importancia. Lo que sucede es que para los indígenas el mundo no es únicamente lo que vemos, sino que existen otros mundos donde habitan otros seres. Dios, para los kukama, habita en el cielo más alto. Los sueños vienen a ser una verdadera revelación. A esto convendría añadir que la Biblia se convierte también en protección. Si tenemos en cuenta que la señora Miguelina estaba enferma, es fácil de comprender que estaba pidiendo a Dios, a través de la Biblia, protección contra el mal (la enfermedad en este caso).

No pretendemos en estas notas breves extraer todas las consecuencias, tan solo queremos apuntar una dirección. El aprendizaje ha sido costoso. Se necesita de una gran paciencia. Pero cuando nos dimos cuenta que íbamos comprendiendo nos embargó una sensación de satisfacción, de saber qué está pasando, de poder compartir la vida con personas increíblemente sabias que también tuvieron mucha paciencia con nosotros. Eso no significa que sepamos todo, ni mucho menos, continuamos siendo unos humildes aprendices. De ahí la necesidad de una pastoral indígena.

Cada pueblo indígena es diferente. La diversidad es una de las características más importantes en la amazonía. Las notas que escribiremos a continuación están enraizadas en el pueblo kukama. Son experiencias nuestras. Posiblemente otros pueblos y otras gentes tengan experiencias diferentes. Sin embargo, nos parecen oportunas para una conversación entre gentes que caminan por la Amazonía. Es nuestra pequeña contribución a esta convocatoria del sínodo panamazónico. Esperemos que sirvan para conversar.

Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas

Agustinos – Iquitos (Perú) 

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