Cáritas Cuba, fe y servicio en tiempos de COVID 19

Caribe Cuba Emergencia y Cuidado de la Creación
21 julio, 2020

Tras algo más de tres meses sumidos en las dinámicas que impuso la trasmisión autóctona de la COVID 19 en nuestro país, Cáritas Cuba transita hoy de una realidad signada por el aislamiento social a otra de mayores posibilidades para el encuentro y la comunicación interpersonal.

Desde mediados de marzo, nuestra institución venía realizando un análisis con los directores de las once Cáritas Diocesanas del país, para reevaluar cómo asumir el trabajo en medio de la situación de pandemia a que se abocaba la nación. En aquel momento, se decidió cerrar temporalmente, hasta la normalización de la situación sanitaria, todos los servicios que no fuesen imprescindibles para los beneficiarios (actividades de formación para el voluntariado; talleres productivos o de manifestaciones artísticas y actividades de animación sociocultural o repasos escolares para niños, adolescentes o personas con discapacidad; grupos de ayuda mutua para personas con VIH-sida; entre muchos otros).

Sin embargo, pese a lo complicado de la situación sanitaria y de la realidad económica que atravesaba el país, cada Diócesis buscó los caminos para mantener el acompañamiento a aquellos beneficiarios con mayores niveles de vulnerabilidad: mayormente ancianos que viven solos y familias de muy bajos recursos con personas con discapacidad o encamadas.

Desde el 23 de marzo, aproximadamente, hasta la fecha, las Cáritas diocesanas han acompañado a estos casos de la manera más cercana y frecuente posible; ya sea por vía telefónica, a través de los sacerdotes y agentes pastorales, o con visitas presenciales de los coordinadores, formadores, animadores y colaboradores de cada uno de los programas y proyectos, según sus posibilidades.

Los beneficiarios con los que se pudo mantener contacto han reconocido la cercanía y el cariño de los voluntarios de Cáritas, y han valorado como muy buenas las pequeñas ayudas materiales que se les ha podido brindar.

Las atenciones ofrecidas, en todos los casos, han sido contextualizadas y particularizadas según el perfil del beneficiario y nuestras limitadísimas posibilidades. Podemos decir que la necesidad, tanto de recursos materiales como humanos, incentivó la creatividad.

Al voluntariado de cada programa, esta circunstancia tan particular le ha permitido acercarse a la cotidianidad de sus beneficiarios, conocer su realidad de manera personalizada, ofrecer apoyo psicológico y tener gestos de solidaridad.

A pesar de todo el esfuerzo, sabemos que no pudimos llegar a todos nuestros beneficiarios y las causas que lo impidieron aún se mantienen: no podemos acceder a los alimentos e insumos que necesitamos comprar para reanimar nuestros servicios más sensibles. Esperamos que la Providencia Divina nos auxilie a través de manos y corazones misericordiosos.

En este momento, leyendo la realidad como oportunidad, el trabajo se ha podido realizar de manera más descentralizada, muchas veces desde casa, con escasísimos recursos y a través de las personas geográficamente más cercanas a nuestros beneficiarios. La experiencia de la cuarentena nos dio las pautas para repensar nuevas formas de hacer y de mantener nuestro camino a la visión organizacional y para el bienestar de las personas a las que acompañamos y sus familias.

En lo adelante, publicaremos en nuestra página los testimonios que desde las Cáritas diocesanas nos llegan, como signos de esperanza: historias de acompañamiento durante la cuarentena y noticias de servicios que comienzan a reabrir y a reanimarse.

A nuestra Madre María de la Caridad nos encomendamos, para que no nos abandone, e interceda por Cuba y su Iglesia.




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